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REVOLUCIÓN ENERGÉTICA: Cómo pasamos de la escasez a la abundancia

 

María Isabel González, Gerente General Energética SA y VP de Voces Mineras

Chile se había caracterizado históricamente por ser pobre en recursos energéticos, no contamos con petróleo, ni gas natural en abundancia y nuestro carbón estaba en minas muy complejas de difícil explotación o muy alejadas de los centros de consumo, en el extremo sur del país.

Sin embargo, a partir del año 2016 -2017 nos cambió totalmente el perfil, produciéndose una verdadera revolución energética con la baja de precios de las tecnologías fotovoltaica y eólica. Cabe destacar que Chile registra uno de los lugares con mejor radiación solar del mundo: nuestro desierto de Atacama. Por ende muchas empresas internacionales se han interesado en instalarse en el país para llevar adelante proyectos de generación fotovoltaica.

La masiva incorporación de proyectos de generación solar y eólica gracias a una adecuada política pública, ha permitido que estas fuentes apenas presentes en nuestra matriz energética hace solo unos pocos años atrás hayan representado un 10% de nuestra generación eléctrica el año 2017.

Esta revolución está transformado nuestro patrón de consumo y se espera que muchos de nuestros consumos que hoy son térmicos, pasen a ser eléctricos dentro de algunos años, como el transporte y la calefacción, gracias a la baja de precios de la energía eléctrica

Uno de los indicadores más significativos del nivel de desarrollo de los países es su consumo eléctrico, aspecto en que Chile aún tiene mucho por avanzar. Si bien el país presenta una de las mayores coberturas eléctricas de América Latina, alcanzando al 99% de la población, el consumo per cápita de los chilenos es bajo, aproximadamente 4.100 kilowatthora (KWh) al año, en tanto el de países desarrollados supera los 8.000 y puede llegar hasta 15.000 KWh anuales en los países más fríos y/o industrializados. Sin duda, una de las razones de este bajo consumo per cápita radica en los altos precios de la energía eléctrica que hemos soportado en Chile. Sin ir muy lejos en el tiempo, Chile era, hasta hace 3 o 4 años, el país con la electricidad más cara entre los países productores de cobre, después del Congo. En la actualidad, nos hemos acercado a precios razonables, que están permitiendo el resurgimiento de la industria que, en parte estaba contraída, por los altos costos de la energía.

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Atrás quedaron los elevados precios y falta de competencia, aunque quedan aún resabios del mercado concentrado que tuvimos hasta hace poco. Es más, Chile se ha transformado en un referente a nivel mundial como desarrollador de energía solar, presentando de las tasas más altas del mundo en instalación por año. Es preciso señalar que la tecnología solar fotovoltaica es hoy más competitiva que cualquier otra alternativa de generación eléctrica en Chile. Adicionalmente, existe suficiente capacidad de respaldo en centrales de embalse y termoeléctricas para las horas en que no hay sol, ni viento para al menos 10 años, periodo en el cual muy probablemente el desarrollo del almacenamiento de energía eléctrica habrá alcanzado  a niveles de precios competitivos.

Nuestros recursos renovables, considerando la energía solar, eólica e hidráulica nos permitirían abastecer nuestras necesidades por más de 100 años. De esta forma se está generando una revolución en la forma de producir energía eléctrica en el país, desde una matriz que crecía en termoelectricidad a una en que las energías renovables juegan un papel preponderante, reduciendo los costos de producción, las emisiones y los precios a los clientes finales.

 

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