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La Química del “Copper Mark”

Fotografía: Mina Zaldívar – Antofagasta Minerals

El London Metal Exchange ha anunciado que a partir de 2025 eliminará de sus listas de marcas aprobadas aquellas que no cuenten con la garantía de producción responsable, bajo la certificación Copper Mark.

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Por Irene Astudillo, socia de Voces Mineras A.G.

 

Irene Astudillo, socia de Voces Mineras A.G.

A fines de 2018 la minería chilena vivió un profundo cuestionamiento social por la calidad del aire en la zona de Quintero-Puchuncaví, donde se emplaza una de las principales fundiciones de cobre.  Desde el Ministerio del Medio Ambiente, la titular[1] anunciaba que “dada la carencia de tecnologías en Chile que nos permitan contar con información certera, el Presidente Piñera nos ha pedido (…) traigamos a Chile los mejores expertos y especialistas en la materia a nivel mundial”. Así, se trajeron expertos noruegos que tomaron muestras del aire y las analizaron en sus laboratorios.

Luego, la ministra anunció que en 2019 se iniciaría “la construcción de un laboratorio de alta complejidad y con certificación internacional, el que además de medir compuestos en el aire servirá para analizar compuestos en suelo, agua y residuos, y se transformará en el laboratorio de referencia para todo Chile.” Sin embargo, la última cuenta pública del Presidente no tuvo ningún anuncio en la materia.

El diagnóstico de la ministra del Medio Ambiente se encuentra respaldado en un estudio contratado por el Estado chileno en 2017, en el que EUROChile[2] planteó respecto de los estudios de línea de base que se realizan para el ingreso al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), que estos “son costeados por las empresas titulares de los proyectos y realizados por empresas consultoras con apoyo de laboratorios. Actualmente no se tiene constancia que la información ambiental presente en los estudios, previos a la aprobación de los proyectos, haya sido generada con procedimientos que garanticen su validez y fiabilidad, ni que los laboratorios cuenten con trazabilidad a los patrones de medida internacional (BIPM)”, lo que “contribuye a generar desconfianza en la información ambiental relativa a los proyectos mineros.”

Este cuestionamiento se extiende a las Entidades Técnicas de Fiscalización Ambiental (ETFA) que entregan la información ambiental de seguimiento de los proyectos evaluados en el SEIA, respecto de las cuales el mismo estudio informa que “de acuerdo a las mediciones realizadas por la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA), aproximadamente 40% de los laboratorios registrados como ETFA realiza (medidas) insatisfactorias”.

En otras palabras, nuestro país no tiene laboratorios con estándares y prácticas que den credibilidad a nuestras mediciones ambientales. En términos prácticos, ello se refleja en que Chile no cuenta con un Laboratorio de Aire, Agua y Suelo registrado en el Bureau International des Poids et Mesures en Sévres (BIPM). El registro en este organismo sirve para acreditar que un país dispone de buenas prácticas de medición ambiental y, por tanto, su información es confiable, ya que por una parte el laboratorio registrado (conocido como Instituto Designado) debe periódicamente demostrar a nivel internacional sus buenas prácticas y, además, coordinar y supervisar a los laboratorios dentro del país, verificando métodos, capacidades y otros.

Por otra parte, la certificación COPPER MARK[3] que el sector minería del cobre se ha definido recientemente en respuesta a exigencias del LME[4]  (London Metal Exchange), tiene como objetivo garantizar prácticas de producción responsable y la contribución de la industria a los objetivos de desarrollo sustentable (SDGs) de las Naciones Unidas. En este escenario, ¿cómo la minería del cobre chilena podrá garantizar su información ambiental tanto a la comunidad nacional como a los mercados internacionales? No tengo respuesta a ello, sólo decir que el LME ha anunciado que a partir de 2025 eliminará de sus listas de marcas aprobadas aquellas que no cuenten con la garantía de producción responsable[5].

Para entender el contexto, debe considerarse que las mediciones ambientales se insertan dentro de lo que es la metrología, disciplina que contempla además las mediciones de otras variables, tales como masa, temperatura, humedad, presión y fuerza. Estas mediciones deben tener trazabilidad con el BIPM a través de Institutos Designados. Un esquema del funcionamiento del sistema de metrología en nuestro país se ilustra en la Figura 1.

 

Figura 1

La Red Nacional de Metrología (RNM), perteneciente al Instituto Nacional de Normalización (INN), es una instancia reconocida por el Estado de Chile para articular y administrar el sistema de aseguramiento metrológico, que garantiza las mediciones realizadas en Chile, de modo que sean comparables, trazables y aceptadas en otros países.

 

Sobre este organismo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha señalado que se trata del “primer Instituto Nacional Metrológico virtual del mundo, al no poseer legalmente ningún laboratorio”[6] y recomienda a nuestro país avanzar hacia un INN de carácter totalmente público, en el que las magnitudes y submagnitudes estén administradas, desarrolladas, financiadas y organizadas de manera centralizada. Constata además que las capacidades de medición propias con que cuenta la institucionalidad ambiental del país son muy acotadas o inexistentes, y éstas deben ser cubiertas en gran parte por laboratorios privados, lo que ocasiona situaciones de conflictos de interés[7].

Para lograr la calidad de Instituto Designado se requiere de recursos significativos, pues la actividad de medición y análisis ambiental conlleva una serie de complejidades. Obtener un resultado confiable no es una tarea trivial; depende de la metodología empleada, el tipo de muestra, su concentración y, en algunos casos, de la necesidad de aislar la muestra de la matriz, sin olvidar los requerimientos de calibración de la instrumentación asociada.

Ha habido esfuerzos discontinuados en esta materia. Podemos recordar capacidades que alguna vez existieron en la Fundación Chile, para luego extinguirse. Luego, el intento del Centro Nacional del Medio Ambiente (CENMA), dependiente de la Universidad de Chile. Más recientemente, se puede constatar el esfuerzo desde el ex Centro de Investigación Minera y Metalúrgica (CIMM) por rescatar las capacidades demostradas a nivel internacional por su Laboratorio de Elementos Trazas y Ecotoxicología, habiéndose firmado en 2017 un acuerdo con la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) para instalar en uno de sus terrenos un Laboratorio de agua y suelos, y realizado la ingeniería del proyecto, respondiendo a los estándares de infraestructura de un Instituto Designado. Ello habría permitido que la minería de nuestro país contara con un Centro de Referencia Ambiental (CRA) del más alto estándar. Sin embargo, esta iniciativa no contó con respaldo al convertirse el CIMM en la Corporación Alta Ley, el personal del laboratorio fue desvinculado y el equipamiento existente presumiblemente permanece sin uso en alguna bodega.

Ante el desafío que se avecina para la minería del cobre chilena de avanzar hacia la certificación Copper Mark, no resulta del todo claro quién dentro del Estado debiera asumir el desafío de proveer al sector del Instituto Designado que se requiere en química ambiental. ¿El Ministerio de Minería? ¿El Ministerio del Medio Ambiente? ¿El Ministerio de Economía? Al revisar las 180 páginas del documento de trabajo “Insumos para la Política Nacional Minera 2050: Acuerdos y propuestas de las mesas de sostenibilidad económica, social, ambiental y de gobernanza para una minería sostenible”[8], se observa que no figuran las palabras “Copper Mark” ni “Centro de Referencia Ambiental” u otras equivalentes, dejando en evidencia que no existe una iniciativa ministerial al respecto.

Pretendemos ser un país muy activo en torno al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable, sin embargo, aún no tenemos siquiera la capacidad de contar con información fidedigna acerca del impacto ambiental de nuestra principal actividad económica. Ya saben eso de que “Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.[9]

 

 

Leyenda:

[1] https://mma.gob.cl/ministra-schmidt-informa-acuerdo-con-instituto-noruego-para-analizar-aire-de-quintero-puchuncavi-y-anuncia-construccion-de-moderno-laboratorio-en-la-zona/

[2] 2017, EURO Chile, Fundación Empresarial, PROYECTO: Diseño de un Instituto Tecnológico y Centro de Referencia Ambiental

[3] https://coppermark.org/wp-content/uploads/2020/02/Copper-Mark-Criteria-Guide_FINAL_24FEB20.pdf

[4] https://www.mch.cl/reportajes/demanda-por-practicas-responsables-hacia-un-esquema-certificado-de-mineria-sustentable/#

[5] La relación de la certificación COPPER MARK con la métrica ambiental se da en al menos siete de sus 32 componentes: Gestión del riesgo ambiental; Emisiones de Gases efecto invernadero (GHG); Gestión y conservación del agua fresca; Gestión de residuos; Gestión de Relaves; Contaminación; Biodiversidad y áreas protegidas.

[6] BID, Infraestructura para la calidad y competitividad, 2016, Nota Técnica N° IDB-TN-1166

[7] Informe EUROChile ya citado

[8] http://www.politicanacionalminera.cl/wp-content/uploads/2020/06/Insumos-para-la-PNM-2050.pdf

[9] William Thomson Kelvin (Lord Kelvin), físico y matemático británico (1824 – 1907) 

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