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Juan Rayo: “Un buen vecino no es el que regala plata”

Para el vicepresidente de Voces Mineras, el mejor ejemplo de relacionamiento con las comunidades se da en la mediana minería. “Lo principal es que te vean, que haya un contacto fluido y amable entre las empresas mineras y las comunidades”, sin intentar cambiarlas, sostiene.

Acreedor de diversos premios, entre ellos el de “Profesional Distinguido”, del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile (IIMCh), “Fernando Riveri” de Minnovex y Premio Gestión del Colegio de Ingenieros de Chile, Juan Rayo ha sido reconocido en distintas ocasiones por su visión innovadora y liderazgo empresarial. Fue presidente de la Asociación de Empresas Consultoras de Ingeniería (AIC) y presidente del IIMCh, y actualmente es vicepresidente de la asociación gremial Voces Mineras.

Fruto de una época en que la enseñanza universitaria era gratuita, estudió Ingeniería Civil de Minas en la Universidad de Chile, recibiendo una beca del IIMCh para gastos complementarios.

Un año antes de terminar la carrea había empezado a trabajar part time en el Centro de Investigación Minera y Metalúrgica (CIMM), del cual fue uno de sus primeros empleados y donde empezó a trabajar full time tras egresar de la universidad. “En ese tiempo el CIMM era muy solicitado por la industria minera, que acababa de ser nacionalizada y tenía muchas dudas tecnológicas que resolver”, comenta.

Como parte de su estadía en el CIMM, en 1975 fue becado para estudiar durante seis meses en Canadá, sobre sistemas de manejo de pulpas. A su regreso, decidió retirarse de la entidad, después de lo cual estuvo alrededor de dos años trabajando como asistente de la Gerencia Técnica en Compañía Minera Disputada de Las Condes, donde participó, entre otros, en estudios experimentales de transporte de relaves y proyectos de recirculación de aguas.

A partir de 1977 y durante un lapso de cinco años trabajó para un par de firmas de ingeniería dando servicios a compañías mineras y ocupó el cargo de gerente de Operaciones Mina y Planta en una faena de pequeña minería en la zona de Vallenar.

Hasta que en 1982 decidió independizarse y crear la empresa JRI Ingeniería Ltda. “Éramos mi señora, yo y dos o tres personas que trabajábamos en mi casa. Descubrimos que la única forma de sobrevivir era haciendo ingeniería de muy buena calidad”, cuenta.

En 1991, teniendo una empresa con ventas que superaban los US$4 millones, dieron paso a JRI Ingeniería S.A., de la cual Juan Rayo es su accionista mayoritario. Ha sido gerente general de la empresa, gerente técnico y su consultor principal. “Hemos hecho muchos proyectos y hoy son más de 600 profesionales trabajando en forma permanente”, indica. Además, es presidente de la firma coligada Coprim, especializada en el diseño de fundiciones y refinerías.

Recuerda que cuando empezaron a llegar las firmas de ingeniería extranjeras, se les acercaron siete empresas intentando comprar JRI, pero llegó a la conclusión de que era un pésimo negocio vender. “Conocí un caso bien dramático, en que el comprador le ofreció al vendedor hacerle una evaluación sin compromiso, pero se filtró la voz de que los estaban comprando y la empresa perdió mercados y clientes y se vieron obligados a vender”, relata.

“Además, yo quería que Chile tuviese una empresa de ingeniería de capitales locales; que el incremento de conocimientos quedara en el país”, subraya.

-Como empresa chilena, ¿ha sido muy difícil competir frente a otras internacionales?

-Ha sido difícil, sobre todo porque algunas veces ha habido presiones. Hace un tiempo un vicepresidente de proyectos de Codelco definió que a partir de las ingenierías básicas todos los que se presentaran a proyectos de ingeniería de detalle tenían que demostrar que habían hecho contratos tipo EPCM. Eso, en términos prácticos, significaba que sólo podían participar los extranjeros, es decir, todas las empresas de ingeniería locales quedábamos fuera de las grandes licitaciones de Codelco.

Era una regla interna absurda, porque como competían sólo los internacionales, los precios subieron. Y además derivó en la venta de varias empresas de ingeniería locales.

-¿En qué medida les beneficia ser una empresa chilena, influye el tema cultural?

-Hoy no existe esa ventaja. El 99% de las empresas trasnacionales ya son locales, están asentadas. A lo mejor, el gerente, más dos o tres especialistas son extranjeros, pero la gran mayoría de la gente es local. La diferencia está en la forma de hacer ingeniería. Nosotros somos de mucho contacto con los clientes, con los operadores; hacemos mucha retroalimentación. Somos como los bomberos: puedo citar al menos doce proyectos grandes que han terminado con dificultades y nosotros llegamos a arreglar los problemas. Tenemos más de tres millones de documentos, informes y datos almacenados en un sistema de documentación de primer nivel, que nos permite hacer retroalimentación frente a cualquier problema técnico que exista.

-Según su experiencia en ingeniería, ¿cómo pueden explicarse los retrasos y sobrecostos que han afectado a diversos proyectos mineros?

-Los retratos y sobrecostos de los proyectos han sido grandes tanto en la minería privada como en la estatal. Creo que, para obtener las aprobaciones de los proyectos, ha habido poca sinceridad en la estimación de los montos reales y de los tiempos reales involucrados. Porque las cosas tienen su periodo de maduración y siempre hay imprevistos, como equipos que se demoran en llegar, contratistas que entran en conflicto, accidentes, etc. El problema principal está en que no se definen montos razonables ni tiempos razonables; y lo que es peor, en algunos casos tampoco se define bien cómo se van a alcanzar las metas productivas. Porque cuando pensabas producir 100 y estás produciendo 70 u 80 el primer año y apenas llegas al 85 el segundo año, entonces estás perdiendo plata…

¿A qué se debe eso? Si no alcanzas la meta de producción, esencialmente se debe a mala ingeniería. No hay otra explicación.

-¿Esto explica lo que pasa en Codelco?

-No sólo en Codelco, sino en distintos casos. El principal problema en los proyectos estructurales de Codelco es de tipo geomecánico. Nuevo Nivel Mina tiene dificultades geomecánicas, lo mismo Chuqui Subterráneo, y esos problemas son imprevistos que tienen que resolver y una vez que lo hagan, van a poder recuperarse.

El desafío en I+D

Hace 12 años Juan Rayo apostó por tener su propio centro de investigación minera.

-Usted que inició su carrera en el CIMM, ¿echa de menos que exista una entidad similar dedicada a la investigación minera?

-Lo echo tanto de menos que hace 12 años creé un centro de investigación, que se llama CIMS (Centro de Investigación en Minería Sustentable), que ha abordado problemas importantes de sustentabilidad minera. Tenemos un edificio propio, moderno, con varios laboratorios funcionando.

-Pero más allá de esa iniciativa particular, ¿considera que hace falta una instancia público-privada que vincule la investigación con la industria?

-Diría que los ejecutivos mineros son extremadamente conservadores en lo que se refiere a tecnología. En general, no hacen nada que tenga riesgo, entonces cuesta mucho ofrecerles un producto novedoso, porque de inmediato preguntan “¿dónde lo han probado?”. Recuerdo una frase célebre que una vez me dijo uno: “Yo quiero ser el primer segundo, no el primer primero”. Ellos suelen estar en sus cargos tres o cuatro años y cuando inviertes en investigación y desarrollo normalmente las ventajas se demoran varios años en materializarse y, por lo tanto, la ganancia queda para el que viene después.

Lo que hay que tratar de hacer es motivar a los directorios, porque no pueden tener una mirada cortoplacista. Si los directorios de las empresas mineras empiezan a entender las conveniencias de hacer investigación y desarrollo, y asumir que la I+D tiene su periodo de maduración, nos va a ir bien como industria.

Tenemos una cantidad enorme de deficiencias en nuestra minería. La minería del cobre de Chile es grande, es la número uno, pero tiene muchas cosas que mejorar. Hay varios países que tienen mejores desarrollos tecnológicos que el nuestro, han invertido mucho más en I+D, como Suecia, Finlandia, Australia y Sudáfrica, que tienen centros de investigación poderosos y han estudiado una infinidad de temas con buenos resultados.

Licencia social

Rayo en las oficinas de JRI.

-Otra de las deficiencias que tiene la minería es la imagen que proyecta o cómo la ve la población. ¿A qué atribuye la forma en que es percibida?

-Hoy la minería está pagando los pecados del pasado. Tiene mala imagen porque hace algún tiempo fue bastante avasalladora…La minería contaminó, secó ríos y otras cosas más, porque el Estado se lo permitía.

Cuando me preguntan sobre cómo resolver este tema, mi respuesta es que la minería tiene que seguir la política del buen vecino. Eso es distinto a lo que habitualmente hacen las compañías mineras cuando llegan a un lugar, que es intentar cambiar la zona. Ese es un error. En cambio, la política del buen vecino significa no molestar a los vecinos, que ellos puedan seguir haciendo lo que estaban haciendo, apoyarlos, pero sin intentarlos cambiar.

-Según usted, ¿es mejor no incorporarlos a la faena?

-Mejor no incorporarlos; no hay que molestarlos.

-¿Qué prácticas de buen vecino son las apropiadas para obtener y mantener la licencia social para operar?

-Lo principal es que te vean, que haya un contacto fluido y amable entre las empresas mineras y las comunidades; que sientan que los mineros somos cercanos. El mejor ejemplo es la mediana minería: todo el mundo ve a los gerentes paseando por el pueblo, conversando en el club, todos los conocen, están integrados. Pero ¿alguien ve a algún alto ejecutivo de una gran minera haciendo lo mismo en Iquique, Antofagasta? No pues. Nadie los conoce, no están integrados.

Algunos creen que con plata se compran huevos, invierten una cantidad enorme para conseguir paz social, pero cuando la plata se acaba, empiezan las presiones nuevamente. O sea, un buen vecino no es el que regala plata.

-¿Qué caso de buen vecino en Chile destaca?

-Caserones tiene muy buenas prácticas. A pesar de que está en la alta cordillera y podría tener conflictos serios con sus vecinos por el consumo de agua, se lleva muy bien con ellos; es un ejemplo notable de relacionamiento.

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