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El cobre y la Edad Contemporánea

Fuente y publicación original: Instituto de Ingenieros de Minas de Chile

“En la actualidad, existen cientos de aleaciones que conjugan propiedades especiales para usos muy específicos gracias a la gran flexibilidad del metal rojo”

Desde el punto de vista de los usos del cobre, la segunda mitad del siglo XIX marca definitivamente una nueva era.
En el campo productivo se inventó un nuevo proceso de concentración de minerales, la flotación, la cual hizo económicamente factible la explotación de los grandes yacimientos de cobre diseminado. Por otro lado, en el sector metalúrgico se inventó la refinación electrolítica, que proporcionó la calidad del cobre requerida por el nuevo uso eléctrico.

El principal cambio fue el triunfo definitivo de la electricidad como generador de fuerza en la producción y como fuente de iluminación en hogares, industrias y ciudades. Estos hechos son los que incrementaron rápidamente la demanda y permitieron, a la vez, satisfacerla a precios razonables, iniciando con ello un cambio radical en la calidad de vida de la población. Este cambio fue tan drástico que ya en 1900 el uso eléctrico consumía un 65% del cobre producido, una proporción muy parecida a la que este uso ostenta en la actualidad.

A fines del siglo XIX Estados Unidos reemplazó a Chile como principal productor de cobre del mundo y se mantuvo por casi 100 años en ese lugar hasta que en la década de 1980 Chile recuperó el primer lugar. Además, aparecieron nuevos productores como Canadá, Perú y los países africanos, como se puede ver en el Cuadro N° 1. Si en el pasado solamente se conocían las aleaciones de bronce y latón, en la actualidad existen cientos de aleaciones que conjugan propiedades especiales para usos muy específicos gracias a la gran flexibilidad del cobre para configurar nuevas aleaciones, información que aparece resumida en el Cuadro N° 2.

(Cuadro N°1)

 

(Cuadro N°2)

Los usos más característicos y las propiedades que incentivan su uso se muestran en el Cuadro N° 3. Destacan acá la conducción eléctrica, la transmisión de datos, la conducción calórica, aleaciones anticorrosivas y, por último, la propiedad bactericida, que es uno de los campos promisorios para el uso del cobre en el futuro. Otro uso que tiene gran potencial para el futuro viene de la mano del auto eléctrico: el nuevo motor eléctrico y la batería ion-litio. Esta nueva y promisoria tecnología es importante para el país por su efecto sobre la industria del litio, pero es mucho más relevante por su impacto en el cobre. Las pilas y baterías de ion-litio contienen aproximadamente un 10% de su peso como cobre y, si llegaran a imponerse los autos eléctricos en el futuro, su impacto sobre la economía del país puede ser enorme.

(Cuadro N°3)

También es interesante observar el desarrollo de la transmisión inalámbrica de energía eléctrica. Como primer efecto, se eliminará el tradicional cargador de los teléfonos celulares: estamos frente a un nuevo caso de sustitución. Éste es similar a la introducción de la fibra óptica que comenzó a sustituir los tradicionales cables de teléfonos. Finalmente la fibra óptica permitió transmitir una cantidad mucho mayor de datos, lo que facilitó, a su vez, el empleo de más equipos consumidores de cobre en el segmento de usos finales.

En la transmisión inalámbrica de energía puede suceder algo similar: se reemplazan los cargadores, pero se instalan nuevos dispositivos en lugares específicos que son espirales de cobre que deben tener la misma frecuencia que otras espirales que estarán en los equipos que deberán ser recargados. Esta nueva tecnología podría aplicarse también desde los notebooks hasta los nuevos autos eléctricos, lo cual supondrá un enorme incentivo en el consumo de cobre.

Por último, cabe destacar el importante rol que cumple el cobre en la reducción de emisiones de CO2 y su impacto en el calentamiento global. Lo anterior se logra aumentando la eficiencia energética, siendo el cobre uno de los elementos principales en el logro de esta meta.

Tal como en el pasado, el cobre seguirá aportando al desarrollo de nuestra sociedad, aumentando la calidad de vida de sus habitantes.

Fuente y publicación original: Instituto de Ingenieros de Minas de Chile

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