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Del avanzar sin transar a negociar sin desmayar: La urgencia de un acuerdo amplio en el royalty minero

Columna de Opinión escrita por Marcos Lima A.


En un resultado sorpresivo, fue rechazada en la Cámara de Diputados y Diputadas, por una estrecha votación, la propuesta de Reforma Tributaria, eje fundamental para el financiamiento del programa del Gobierno del Presidente Boric. Aunque el Ejecutivo tiene la opción de insistir en la iniciativa en el Senado, la actual correlación de fuerzas políticas hace difícil conseguir el apoyo de dos tercios, necesario para avanzar.

Sin embargo, en paralelo existe otro componente de la citada reforma que ha sobrevivido al debate y cuya tramitación empezó mucho antes que ella se presentara en junio de 2022: el llamado royalty minero.

Tal como en el anterior, en este caso las posiciones –aunque se han acercado desde lo que fue aprobado en la Cámara– distan mucho de lograr un consenso. Esto es, respaldo por una amplia mayoría, si bien lejos de la imposible unanimidad.

Al respecto, es importante recordar la evidencia existente sobre los principales factores que explican el crecimiento de los países y de sectores económicos específicos: condiciones políticas y macroeconómicas sólidas, estabilidad en las reglas del juego (la institucionalidad) y una regulación eficiente y competitiva; una demanda sostenida por determinados bienes y precios atractivos y, por último, una adecuada compensación de los riesgos inherentes a todo emprendimiento. Por supuesto, en el caso minero, recursos y reservas suficientes para atraer inversiones, conocimientos y experiencia minera.

Qué duda cabe que fueron esos factores los que permitieron a Chile, en el corto lapso de 15 años, pasar de representar un 17,7% de la producción mundial de cobre de mina en 1990 a un 36,9% en 2004. El 67% de la mayor producción global (dos tercios) provino de nuestro país, más de 3,8 millones de toneladas.

Qué distinto panorama se refleja a partir de ese momento. Las cifras son decidoras: entre el 2004 y el 2021 nuestra participación cayó al 26,3%, más de 10 puntos, porque el nivel de producción aumentó solo en 200.000 toneladas; apenas el 3% de la mayor oferta de cobre de mina del periodo.

Múltiples factores explican lo sucedido, pero lo que está muy claro, es que dejamos de ser la “estrella” de la minería a nivel global. Otros distritos mineros despertaron, siguiendo nuestras aguas. Los riesgos geopolíticos se disminuyen al confrontarlos con el apetito por aprovechar altos niveles de precios. Y qué decir del impacto del cambio climático (y el impulso a la electromovilidad, léase demanda de cobre y litio) que ya muestran sus consecuencias en la demanda y está viniéndose con todo en los próximos años.

Informaciones adicionales: Arabia Saudita abre sus fronteras a la exploración minera, da acceso libre a su data geológica, crea un entorno para inversionistas competitivo y asegura apoyo gubernamental para desarrollar oportunidades de empleo local. En Canadá, la provincia de Ontario, acelera la tramitación minera (¿treinta días?) para ser un proveedor confiable de minerales críticos (níquel, cobalto, litio y platino). Y suman y siguen los interesados.

Ya no estamos solos. Afortunadamente para nuestro país, las oportunidades en minería no se reducen al cobre, aparece con fuerza el litio. Y por qué no, ligado al consumo en el sector, se dibuja la gran promesa del hidrógeno verde.

Aun cuando es muy pronto para sacar conclusiones de lo sucedido y definir alguna estrategia que permita –a Gobierno y Oposición– encontrar una convivencia que disminuya la tan dañina tensión, nos atrevemos a insinuar que más que seguir un slogan de otra época: “avanzar sin transar”, que solo lleva al enfrentamiento, volvamos a lo que nos ayudó a superar la noche negra de la dictadura: “negociar sin desmayar”.

Sí. Negociar es parte esencial de la interacción humana. Negociar es la forma civilizada de enfrentar las divergencias y conflictos. Negociar para sacar adelante una ley de royalty que sea respaldada por muchos, a pesar que siga contando con el rechazo de unos pocos.

Así volveremos a sentar las bases de una convivencia democrática y aprovecharemos esa oportunidad histórica que significa, aquí y ahora, la minería para Chile. Si ello no ocurre y fracasamos, se hará dolorosamente válida la frase de Levinas: “Todos fuimos responsables (de este fracaso), ante todos (los chilenos), pero yo fui el primer responsable, antes que los otros”.

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