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David Kubota, un apasionado de la minería

Con una carrera en la minería estatal y privada, tanto en Chile como en el extranjero, este ingeniero de Minas, socio de Voces Mineras, no teme a los desafíos y al cambio. Estando como jefe de turno, fue el primero en integrar mujeres a la mina de Chuquicamata (por el año 2005), porque para él “lo más importante es la actitud, no el género”.

Ingeniero en Minas de profesión, David Kubota permanentemente está viendo el modo de cómo hacer mejor las cosas. Así lo hizo cuando, por ejemplo, se dio cuenta que los camiones no se estaban cargando bien, situación que demostró a su jefatura con video en mano, lo que terminó incidiendo en la decisión de compra de nuevos equipos.

Si bien la minería no fue su primera opción al momento de ingresar a la universidad –quería estudiar Psicología-, aconsejado por sus tíos optó por la carrera de Ingeniería, atraído inicialmente por el rubro eléctrico. Pero sintió que eso no era lo suyo y se cambió a Minería. “Desde ahí no la dejé más. Para mí la minería es una pasión, porque no sólo me ha permitido tener todo lo que tengo, sino también desarrollarme en diferentes áreas. Me ha permitido conocer un mundo paralelo de nuevas experiencias, como estar en Australia”, destaca.

Ese mismo amor a la minería lo llevó a sumarse como socio de Voces Mineras, convencido de que el país requiere una política clara que permita el desarrollo sustentable del sector.

David Kubota nació en Chuquicamata en 1973, desde donde partió con su familia a Argentina por un tiempo, asentándose más tarde en La Serena. En esta ciudad pasó su educación escolar hasta que se matriculó en Ingeniería de Minas en la Universidad de Antofagasta. Su carrera laboral la inició el año 2000 en Chuquicamata, ocupando diferentes funciones en distintas áreas: operaciones mina, gestión, inversiones, proyectos. En 2012, por temas personales, se fue de Antofagasta y dejó Codelco. Posteriormente ingresó a Lomas Bayas, donde ejerció primero como ingeniero senior y luego como Superintendente.

Sus ganas de hacer cosas nuevas lo llevaron a postular a un llamado del gobierno australiano que estaba buscando profesionales extranjeros para su industria minera. A los tres meses lo contactaron y quedó seleccionado. Partió con entusiasmo a Australia, donde trabajó en una empresa contratista de movimiento de tierra, pero la frialdad de las relaciones interpersonales lo fueron desmotivando y a los dos años decidió regresar. A su regreso a Chile se integró a Marubeni, donde estuvo cerca de cuatro años, hasta que su apego al trabajo en terreno lo hizo volver a la operación: hace dos años y medio ingresó a Minera Centinela, primero como ingeniero senior y tres meses más tarde como superintendente de Planificación de Corto Plazo, cargo que ocupa en la actualidad.

David Kubota es actualmente superintendente de Planificación de Corto Plazo en Minera Centinela.

– A lo largo de esta carrera, ¿cuáles han sido los principales desafíos que le ha tocado enfrentar?

– En general, cambiar la percepción de la minería desde el punto de vista histórico, cuando la gente siente que las cosas tienen que seguir siendo iguales siempre. El primer jefe que tuve en Chuquicamata me dijo una vez ‘David, tú no estás aquí para pensar, estás para ejecutar solamente’. No estuve nunca de acuerdo con eso y desde entonces empecé a tomar decisiones en mi carrera para revertir esa situación.

– ¿Por ejemplo?

– Fui la primera persona que introdujo mujeres a la mina Chuquicamata, como jefe de turno, porque para mí no había barreras en ese sentido. Creo que lo más importante es la actitud, no el género.

– ¿Cuánto le costó hacer ese cambio?

– No fue fácil, porque estaba la creencia de que la mina se iba a enojar, que habría accidentes. En su tiempo fue bien arriesgado, pero fue una muy buena experiencia. Al final, lo tomaron bien y se instauró.

Otro desafío fue la decisión de comprar equipos no en base a un catálogo, sino en función de cómo se sentían los trabajadores ocupándolos. Hicimos un cambio cultural bien fuerte, porque los trabajadores veían a la supervisión demasiado lejos, porque sentían que no estaba compenetrada con el día a día del trabajo. Y eso también me ayudó con los dirigentes sindicales.

Al respecto, Kubota recuerda que los primeros días que estaba de turno en Chuqui hubo lo que se llama “ruedas cuadradas”, en que pararon alrededor de 20 camiones. Decidió conversar con el operador que conducía el primer camión. Después de dialogar unos 20 minutos, el chofer retomó las labores y los demás lo siguieron. “En general, he tenido muy buenas relaciones con el recurso humano, los dirigentes sindicales, y eso me ha servido bastante en mi vida laboral”, subraya.

Como otro desafío agrega el haberse ido a Australia, donde reconoce que no fue fácil adecuarse a la cultura y tuvo diferencias en la forma de gestionar los insumos: para ellos primaba el “no importa lo que salga”, mientras él estaba acostumbrado a ahorrar y cuidar los costos.

– ¿Qué otros logros ha alcanzado en estos años?

– En general, trato de cumplir los compromisos. Cuando estaba en Marubeni viendo Centinela, no se habían cumplido las metas productivas. Ya llevo dos años y medio en Centinela y, gracias a todo el equipo, no hemos dejado de cumplir los presupuestos y metas. Si uno mezcla la capacidad técnica con la gestión de costos, se pueden hacer las cosas bien y a un menor precio. De lo contrario, uno puede cumplir las metas, pero a un costo muy alto.

Hay que entender el negocio minero. Y cuando se reconoce el aporte de los trabajadores y se les explica por qué hacen las cosas, todo funciona mejor. El trabajador tiene que despertarse sabiendo lo que tiene que hacer y por qué. No hacerlo genera una desconexión entre la administración y los trabajadores, y eso los desmotiva.

“Si uno mezcla la capacidad técnica con la gestión de costos, se pueden hacer las cosas bien y a un menor precio”, aconseja Kubota.

– Mirando la industria, ¿cuáles cree usted serán los principales desafíos que le tocará enfrentar a la minería en el futuro más cercano?

– Por lo que se ve hoy, los grandes países consumidores van a requerir más cobre. Destaco el hecho de que Codelco esté tratando de ser socio de India, porque este país puede convertirse en otro China y no habrá cobre suficiente para satisfacer la demanda. Pero el gran problema que tiene la minería es que nos volvemos locos cuando sube el precio, y se nos olvida que teníamos que ahorrar, cuidar nuestros talentos, que tenemos que ir formando gente nueva para reemplazar a quienes se van jubilando y se llevan know how. En Codelco, por ejemplo, están dejando mucha gente joven, pero no ha habido una transición necesaria para traspasar el conocimiento. Es importante tener profesionales que cuenten con las capacidades y herramientas para los desafíos que vienen.

Una de las grandes amenazas es la paralización de proyectos. Todavía tenemos un sector de la política que no entiende a la minería. Pese a que somos un país minero, no tenemos una política minera y eso es lo que Voces Mineras siempre ha tratado de levantar. Ha faltado una cultura educacional que releve la importancia del cobre para el país. Uno de los grandes desafíos de la minería es que Chile siga creciendo y siga siendo una potencia minera.

– ¿Qué le hace falta a Chile para que siga siendo un actor de las grandes ligas en minería?

– Una política minera, donde las reglas del juego para invertir estén claras. Tenemos que cuidar el medio ambiente, pero eso debe ser económicamente sustentable.

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