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Amilcar Viviani: Experiencia eléctrica aplicada a la minería

Como ingeniero civil electricista, le ha tocado asegurar el suministro de energía en importantes proyectos y faenas mineras. En opinión de este socio de Voces Mineras, en general los equipos que se usan en minería van a tender naturalmente al uso masivo de la electricidad.

Se graduó como Ingeniero Civil Electricista cuando tenía tan sólo 21 años de edad en la Universidad Técnica del Estado, a la que ingresó cuando era un adolescente de 15 años, teniendo ya un título técnico de la Escuela de Artes y Oficios. Su primer trabajo lo obtuvo en la misma universidad, como profesor a tiempo completo e investigador del Departamento de Electricidad de la Facultad de Ingeniería. Permaneció allí por tres años hasta que decidió pasar de la academia a la aplicación de sus conocimientos en el mundo industrial. Fue entonces cuando se inició el vínculo de Amilcar Viviani con la minería…

En 1979 fue aceptado en la División Chuquicamata de Codelco, para trabajar en la Superintendencia de Servicios Eléctricos. A los dos años fue designado al área responsable del mantenimiento de todas las líneas eléctricas de alta y media tensión y de la red de distribución. Paralelamente, era el jefe del taller que tenía la división para atender las redes eléctricas domiciliarias del campamento. “Si a alguien se le quemaba una ampolleta, la compañía no sólo le proporcionaba una nueva, sino que además enviaba un maestro que la cambiaba”, recuerda.

Después lo nombraron jefe de Operaciones del Sistema Eléctrico de la minera, desde el cual además se proporcionaba energía a la ciudad de Calama (la empresa Endesa la distribuía a través de su red eléctrica). Luego fue designado como jefe de la Unidad de Distribución y Subestaciones, periodo en que le tocó participar en una importante expansión de Chuquicamata, que pasó de alrededor de 70 mil toneladas a 150 mil toneladas de procesamiento. Era mediados de 1980.

En esa época no existía una red interconectada de energía en el norte del país, hasta que Codelco junto con Endesa tuvieron que dar vida al Sistema Interconectado del Norte Grande (SING). La Comisión Nacional de Energía instruyó a la cuprífera ir reemplazando las máquinas generadoras que tenía en Tocopilla, que funcionaban con petróleo, por unidades a carbón, cuyo gran tamaño hizo que ésta fuera la central preferente del nuevo SING. A Endesa, en tanto, le tocó construir líneas de 220 kV para interconectar las ciudades.

“Tuve la fortuna de participar en ese proceso desde la ingeniería básica hasta la puesta en servicio y la posterior operación. Ahí lo interesante fue poder conciliar dos culturas que eran muy distintas, la de Endesa y la de Codelco. Para Endesa, la generación de energía era su razón de ser, por lo tanto, su causa fundamental era el servicio que daba con la energía. Mientras, para Codelco la energía era el medio con el cual podía generar su negocio, que era la producción de cobre”, comenta Viviani, destacando que fueron capaces de armonizar esta suerte de “incompatibilidad de caracteres”.

Amilcar Viviani.

En 1991, una reestructuración dentro de Chuquicamata lo llevó a ser el brazo derecho del nuevo subgerente de Mantención Mina, cargo que le permitió trabajar más de cerca con el mundo propiamente minero. “Era un área que no sólo atendía los equipos, también tenía talleres para reparar los componentes, había maestranza y calderería propia”, describe.

En 1994 salió de Codelco, tras lo cual hizo algunas asesorías a la División Andina para una nueva red de suministro de energía que acompañara su expansión (desde 34.000 hasta 62.000 toneladas). Al poco tiempo fue contratado por el –entonces– proyecto Collahuasi, que estaba en su ingeniería de detalles, para el cual tuvo que poner en servicio el primer transformador que le dio energía al proceso de construcción.

Corría 1998, cuando Tractebel –compañía belga que le había comprado a Codelco la termoeléctrica de Tocopilla un par de años antes– lo contactó para hacerse cargo de lo que sería uno de los primeros intentos de unir el SING con el Sistema Interconectado Central (SIC). Lideró los estudios de la ingeniería básica de esta línea de transmisión y el proceso para la obtención de la resolución de calificación ambiental, sin embargo, por razones económicas el proyecto se archivó.

También le correspondió diseñar y construir una planta convertidora de frecuencia, para abastecer las faenas salitreras de María Elena, Pedro de Valdivia y Coya Sur, de SQM.

Después de un breve paréntesis entre 2006 y 2008, lapso en que decidió focalizarse en la formación de una empresa agrícola dedicada a la producción y exportación de arándanos, volvió a Codelco para integrar la Vicepresidencia de Proyectos, donde actualmente es jefe de Infraestructura y Suministros para proyectos estructurales de la División Andina. Primero le tocó encargarse de todas las áreas de suministro del proyecto de expansión Andina 244, y más recientemente por el que lo reemplazó: Desarrollo Futuro Andina, una iniciativa menos ambiciosa que la anterior y cuya puesta en marcha estaría prevista para 2035.

Amilcar Viviani durante la entrevista.

Electricidad dentro de la minería

– ¿Dónde tiene más puesto su corazón, en el sector energético o en el minero?

Mi corazón está en la electricidad dentro de la minería. La electricidad pura nunca me atrajo mucho. Siempre he entendido la electricidad como un medio para obtener otro producto. Y me encantan la minería y sus procesos. Creo que la minería, como se da en Chuquicamata, por ejemplo, con un proceso completo desde la mina hasta cobre metálico, enseña mucho.

– ¿En estos años cuáles han sido los principales cambios que ha visto en la industria minera en relación con el uso de la energía?

Si bien en los últimos años he estado alejado de la parte operativa, puedo decir que tanto en los proyectos como en las operaciones se ha puesto en práctica una serie de normativas relacionadas con el uso eficiente de la energía. Eso ha ayudado bastante a mejorar los índices de consumo de energía por tonelada tratada. Sin embargo, una de las maneras de mejorar estos índices es tener equipos de capacidad adecuada al proceso, y muchas veces los procesos mineros requieren tener equipos sobredimensionados porque hay algunas condiciones de operación que así lo necesitan, y eso hace que el consumo de energía no sea tan ajustado a lo que teóricamente pudiera ser.

Me parece que los consumos energéticos en los procesos no han variado mucho. Lo que ha variado fuertemente es la fuente de la energía, especialmente en el norte, con la incorporación de las energías renovables no convencionales.

-Dentro de los ítems de mayor consumo de electricidad en la minería están la concentradora y el sistema de impulsión de agua de mar (cuando lo hay). Dada la creciente necesidad hídrica, que probablemente se resolverá con un mayor uso de agua de mar, ¿cómo se puede hacer más eficiente este proceso?

Es inevitable que la minería vaya paulatinamente desprendiéndose del uso de aguas continentales. Creo que toda la minería va a tener que procurar su propia agua. Y para eso hay dos soluciones: o se ocupa agua de mar tal cual (para lo cual las instalaciones deben estar diseñadas con ese fin) o la solución va a estar en la recuperación de aguas servidas que van al mar o en desalar el agua. ¿Cómo abaratar esos costos? Con un principio bien antiguo: la economía de escala. Una planta desaladora claramente tiene ventajas de economía de escala en la medida que es más grande. Pero hay un factor más decisivo que ese, y es el tendido de los acueductos. Hoy tender un acueducto desde el litoral hasta la planta puede abarcar cientos de kilómetros, y no es fácil el tema de las servidumbres para su paso. Ahí está el gran desafío, en cómo hacemos que las comunidades acepten este tipo de intervenciones para poder continuar con una actividad minera que paulatinamente va a tener que desprenderse del uso de aguas continentales.

– ¿En relación con los equipos mineros, observa una tendencia hacia el uso de unidades más eficientes, pero también menos contaminantes?

En general el equipamiento va a tender naturalmente al uso masivo de la electricidad. Si bien ésta no es contaminante en su uso final, también hay que preocuparse de que no lo sea en su generación. Porque no ganamos nada con tener camiones eléctricos, si la energía eléctrica que consumen es generada con carbón. Hay que compatibilizar las dos cosas. Ahí pienso que el hidrógeno verde puede ser una muy buena solución. Falta todavía para ello, porque recién se está experimentando, pero el mayor consumo de combustible fósil viene del uso del petróleo diésel en los procesos de extracción de mineral y lastre en los rajos, por lo tanto, los avances deberían venir en ese sentido.

– ¿Qué opina de los camiones trolley como alternativa?

Los trolley son una solución muy antigua que depende mucho de las características físicas del rajo. El problema que tiene es que la mina es fundamentalmente dinámica, porque el rajo se va expandiendo todos los días; las rutas que siguen los camiones no son fijas. Dentro del rajo mismo, el trolley es una complicación, como lo es hoy lo que se llama el loop eléctrico. Todas las minas tienen al interior del rajo un tendido eléctrico para alimentar las palas y las perforadoras, que hay que estar moviendo todos los días para dar espacio a las expansiones que requiere el rajo. El trolley dentro del rajo tendría la misma complicación. Donde sí suele ocuparse mucho es una vez que el camión está en superficie, en el trayecto a los botaderos de lastre, por un camino que es fijo. En la práctica, se requiere un camión híbrido, que dentro del rajo opere con combustible, y una vez fuera del rajo pueda operar con electricidad.

 

Amilcar Viviani se incorporó como socio de Voces Mineras A.G. a comienzos de 2021.

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