Usos del cobre en las distintas épocas: El cobre y su adaptabilidad
Fuente y publicación original: Instituto de Ingenieros de Minas de Chile
“En una nueva entrega de esta serie, analizamos la capacidad del metal rojo para responder a los requerimientos de la sociedad”.
Cuando el hombre primitivo tuvo la necesidad de encontrar herramientas y útiles más eficientes que de piedra, greda, hueso o madera, el cobre se presentó como única alternativa. Esto, ya que estaba inicialmente disponible en forma natural y, posteriormente, pudo ser producido a partir de sus minerales y de las técnicas rudimentarias disponibles. Por miles de años, ningún otro material presentó semejantes características.
Luego, las sociedades comenzaron a demandar objetos más duros para sus herramientas y más fáciles de producir. Recordemos que con cobre puro no se podían fabricar objetos fundidos, puesto que una de las propiedades de este metal es absorber oxígeno en su estado líquido y emitirlo al momento de solidificar; el resultado de esto es un producto poroso, también conocido como cobre blíster.
El desarrollo tecnológico de la época llevó al descubrimiento de, primero, el cobre arsenical (aleación de cobre con arsénico); y luego, del bronce (Cu-Sn, aleación del cobre con el estaño). En ambos casos, el arsénico y el estaño captan el oxígeno del cobre y permiten la obtención de un producto fundido de buena calidad, mucho más duro, que satisfacía plenamente las exigencias del momento. Fue la primera vez que la civilización utilizó un proceso en serie para sus herramientas y armas utilizando el mismo molde para muchos objetos.
Cuando los adelantos técnicos permitieron construir hornos más sofisticados y obtener temperaturas más elevadas se logró, finalmente, fundir el mineral de hierro. Los productos forjados de acero sustituyeron paulatinamente las herramientas y armas de bronce por un material más duro, abundante y de menor costo. La nueva técnica permitió la masificación de las más variadas herramientas. Este progreso demandó un sistema de peso y medidas para el control del creciente comercio y un nuevo sistema de pagos. En ambos casos, el cobre y el bronce fueron los materiales elegidos por su amplia disponibilidad, su resistencia a la corrosión y su fácil elaboración.
Inicialmente el comercio se hacía en base a trueque y el cobre nativo ya fue uno de los elementos preferidos de intercambio. En la Época de Bronce fue el lingote “cuero de buey” el que dominó el comercio en el Mediterráneo por varios siglos. Paralelamente a este formato “Grado A” de la época se comercializaban pequeñas barras y lingotillos que ocasionalmente también eran usados como medios de pago tal como sucedió en los inicios del Imperio Romano. La forma cuero de buey era ideal para ser tomada en sus extremos y transportada por dos personas.
Durante la Edad Media se comercializaba un formato de queque para ser refinado posteriormente y un lingote de cobre refinado a fuego. Cuando Chile pasó a ser el principal abastecedor de cobre para el mundo a mediados del siglo XIX se popularizó el lingote de 80 kilos, el “chilean bar”, en base al cual se creó la cotización LME de tres meses, que se dedujo del tiempo que demoraban los barcos de las costas chilenas a Inglaterra.
Cuando científicos y navegantes demandaron un metal idóneo para sus instrumentos, fácil de trabajar, grabar y sobre todo resistente al ambiente marino, se usó de preferencia el latón (Cu-Zn, aleación de cobre y zinc). El latón, el cobre y el bronce fueron materiales claves durante la revolución industrial.
A comienzos del siglo XIX, la propiedad bactericida del cobre induce el uso de láminas de cobre en el recubrimiento de los cascos de los bergantines. Poco después, con el invento del telégrafo, surge una demanda explosiva de alambres de cobre por su capacidad de transmitir datos. A fines del S. XIX surge otro invento que revolucionará el mundo moderno: la electricidad. Es nuevamente el cobre que con su alta conductividad y ductilidad proporciona el elemento clave para su transmisión. Y para el futuro vuelve la propiedad bactericida del cobre como solución a los graves problemas causados por los contagios intrahospitalarios. También las formas comerciales que ha adquirido el cobre han cambiado durante la historia y se han adaptado a las condiciones técnicas imperantes, como se puede ver en el Cuadro N°2 .
Con la llegada de la electricidad, se hizo necesario producir el alambre requerido para su transmisión de manera eficiente. Paralelamente un nuevo cambio tecnológico impulsó la búsqueda otra forma comercial universal: la refinación electrolítica. Hasta fines del siglo XIX sólo se conocían procesos de refinación a fuego y su producto natural eran lingotes de diferentes formas. Este nuevo proceso de refinación produjo cátodos que debían ser transformados a un lingote apto para producir alambrón. Así surgió el formato del “wire bar”, que fue el formato típico del cobre registrado en el London Metal Exchange (LME) durante gran parte del siglo XX. Esta tecnología se utilizó hasta la década de 1970, cuando se inventaron los procesos de colada continua de alambrón fundiendo directamente los cátodos. Con el cátodo pasó a ser el formato del cobre como commodity registrado en las diferentes bolsas del mundo: LME, Comex y Shanghai.
Además, para combatir el calentamiento global, el cobre para a tener un rol clave en la disminución de los gases de efecto invernadero vía el aumento del la electromovilidad y la generación de energías limpias como la energía solar, la eólica y el H2-verde.
¿Hasta cuándo durará este formato tipo cátodo para el commodity cobre? ¿Será reemplazado en el futuro por otras formas comerciales? Por ahora, no se ven cambios tecnológicos que induzcan a otro método comercial. Sin embargo, hoy en día hay muchos productores de cobre refinado que llegan hasta la etapa de alambrón, comercializando de preferencia esta forma de cobre en vez de los cátodos que se utilizan de manera tradicional.
Fuente y publicación original: Instituto de Ingenieros de Minas de Chile