Marcelo Villouta: “No hay otro camino que la minería digital”
Este año se integró como socio de Voces Mineras. Con una vasta trayectoria en la industria, hace hincapié en el desafío de incorporar la gestión digital en las operaciones y en la necesidad de que el país al menos mantenga su nivel de producción en minería. También repara en las falencias que están mostrando los proyectos mineros realizados en los últimos años.
Nacido en la Región del Biobío, Marcelo Villouta cursó allí todos sus estudios, primarios, secundarios y universitarios. Ingeniero civil metalúrgico de la Universidad de Concepción, destaca el sello especial del Departamento de Metalurgia de esta casa de estudios que, gracias a su impulsor, profesor Alexander Sutulov, se distingue por su enfoque de abordar los problemas buscando diferentes alternativas de solución.
Eso ha marcado a generaciones de profesores, dice, quienes han desarrollado investigación e innovaciones que han trascendido a la industria minera.
Tal vez ese mismo espíritu de conocer más e investigar fue el que en 1971 llevó a Villouta a iniciar su carrera profesional en el entonces Centro de Investigación Minera y Metalúrgica (CIMM), del que después fue director de Investigación y Desarrollo. Recuerda que ese año estaba partiendo esta entidad y la integraban sólo unas siete personas, a las que posteriormente se fueron sumando otras de diferentes universidades.
Esa experiencia, puntualiza, le permitió tener una visión de los problemas que existían en la industria y trabajar en soluciones a través de un análisis sistemático y sin la presión productiva propia de las empresas.
Desde el CIMM y ya casado partió a Chuquicamata. “Tuve la posibilidad de participar en varios cargos que me permitieron estar en las distintas áreas de la metalurgia, como concentración, hidrometalurgia, pirometalurgia, refinería… aunque reconozco que lo que más me marcó fue mi paso por la concentradora de Chuqui, porque además de los aspectos profesionales, pude establecer lazos de amistad muy fuertes, que perduran hasta hoy”, relata.
Tras cerca de 14 años en la concentradora de Chuquicamata, fue transferido a la División El Teniente de Codelco, donde estuvo un año como Superintendente General Concentrador, hasta que regresó a Chuqui para asumir como subgerente de Procesos.
A comienzos de los ‘90 volvió al CIMM, inicialmente como jefe del área de Mineralurgia y luego como director de Investigación y Desarrollo. A fines de 1992 ingresó a Collahuasi, faena en la que pudo participar desde sus etapas iniciales y donde permaneció durante 12 años. Le tocó estar a cargo de la caracterización de los minerales y de la definición de los procesos, involucrarse en las diferentes etapas de la ingeniería (prefactibilidad a factibilidad, ingeniería de detalles y construcción), y luego quedó a cargo de la Gerencia de Plantas, para posteriormente liderar la Vicepresidencia de Operaciones de la minera.
En 2004 se fue a Escondida como vicepresidente de Procesos y después fue designado vicepresidente de Proyectos, totalizando casi seis años en esta compañía.
Tras retirarse de Escondida por motivos personales, a fines de 2010 Mitsui le ofreció trabajar como su consultor técnico en gestión operacional y negocio minero, relación que mantiene hasta hoy, con una breve pausa entre 2013 y 2014, lapso en que volvió a Codelco para desempeñarse como vicepresidente de Operaciones Norte.
Actualmente, además de ser consultor para Mitsui Mineral Resources Development Latinamerica, es director independiente de la empresa HighService.
“Sobre todo en Collahuasi como en Escondida tuve la oportunidad de intercambiar mucho con diferentes especialistas de las empresas extranjeras dueñas de estos yacimientos, por ejemplo, de Falconbridge, Anglo American, BHP, Rio Tinto. Se daba un muy buen intercambio de opiniones y análisis”, comenta.
– ¿Había muchas diferencias entre los profesionales chilenos y los extranjeros?
No es por ser chileno, pero creo que en el área de minería y en la de metalurgia, nuestro conocimiento está a la par de cualquiera de los especialistas del mundo. Lo mismo vale para algunos investigadores. En Chile tenemos investigadores que son de primer nivel.
– ¿Cómo evalúa el nivel en que está la I+D+i en Chile en comparación con otros países mineros?
Si nos comparamos con los países desarrollados, como Canadá o Australia, tenemos menos investigadores por cantidad de chilenos. Pero de esa menor cantidad de investigadores, hay unos que marcan tendencia a nivel mundial. Por nombrar algunos, están Igor Wilkomirsky en pirometalurgia, Jaime Sepúlveda en el conocimiento de los circuitos de conminución; en el área de hidrometalurgia hay especialistas como Esteban Domic y Jorge Menacho; en aplicación de soluciones robóticas está Hugo Salamanca…Y tenemos varios más…Todos ellos han desarrollado líneas de investigación en sus áreas, que han contribuido a mejorar procesos o han propuesto nuevos procesos que han permitido obtener mejores resultados.
– Usted que fue parte del CIMM, que desapareció hace unos años, ¿echa de menos una entidad similar, hace falta?
No es una pregunta fácil de responder. Creo que el CIMM cumplió un ciclo. Cuando nosotros partimos en esto estaba todo el proceso de la Nacionalización, en que se retiraban los especialistas norteamericanos de las empresas mineras de la época (Anaconda, Kennecott) y había que hacerse cargo de operar los yacimientos. La gran gracia que tuvo el CIMM fue que permitió profundizar el conocimiento de profesionales nuevos y prepararlos para este desafío que era gestionar las operaciones.
Si lo vemos sólo como investigación, si bien hubo desarrollo, el aporte de investigación propiamente tal no es atribuible exclusivamente al CIMM. Más bien tiene que ver con una condición específica de algunas personas, que fueron capaces de liderar determinados desarrollos. Y eso va más allá de lo que pudo o no dar el CIMM.
Lo que he visto con la experiencia, es que los mejores resultados se obtienen cuando las personas se hacen cargo de sus desarrollos y los han proyectado, para disponer de nuevos procesos, equipamientos, tecnologías.
– Pero sigue habiendo una necesidad de aumentar la I+D. ¿Cómo se responde a este requerimiento, que es permanente?
Hay que ver cómo se han multiplicado las startups, y no hay un instituto que esté detrás. Son personas las que desarrollan sus emprendimientos. ¿Se requiere un apoyo? Sí, de un apoyo de financiamiento, pero no de una macro-institución.
– Muchas de estas startups son apoyadas por Corfo. ¿Cree que la industria minera también debiera apoyar o impulsar estos emprendimientos?
De todas maneras. Así como Corfo contribuye al financiamiento inicial de estas startups, la industria minera debería contribuir un poco más de lo que está haciendo.
Minería y adopción de tecnologías
– ¿Qué tipo de tecnologías despiertan hoy mayor interés entre las compañías mineras?
Entre los desarrollos que la industria minera está buscando más, están las soluciones robóticas, principalmente porque sacan de la línea de fuego y exposición a los trabajadores, y permiten una operación mucho más continua.
Y dentro de las tecnologías que están siendo fuertemente incorporadas en prácticamente todas las empresas, está la automatización de camiones. Permite una continuidad operacional mayor, más segura. Aunque hay algunos aspectos menores que hay que seguir resolviendo, no me cabe la menor duda que hoy la accidentabilidad en camiones autónomos es muchísimo menor que la que tienen los camiones operados con chofer. Eso mismo aplica a la remotización de operación de perforadoras y al seguimiento en línea de las operaciones.
Los centros de información operacional ya ni siquiera se considera que deben estar al lado de las operaciones. Hoy están en Santiago o Antofagasta, a distancia de las faenas, porque la tecnología lo permite.
Dicho eso, éste es uno de los desafíos que tiene la industria en Chile: la minería digital.
– ¿Qué implicancias tiene este desafío?
Casi todas las empresas están impulsando la aplicación de innovación, incorporando gestión digital. Pero esto costó y todavía hay algunas compañías a las que les cuesta. No desde la alta gerencia, sino porque a veces las organizaciones no son tan receptivas. Los trabajadores se sienten amenazados por la nueva tecnología y también tienen temor a salir de su área de confort.
Pero para las empresas no hay otro camino hoy. Dadas las características de nuestros yacimientos, se requiere tener mayores productividades y eficacia. Y eso se puede lograr con la incorporación de minería digital.
– ¿Y qué pasa con el talento digital que exige la nueva tecnología? ¿Cómo se resuelve esa brecha?
Indudablemente hoy estamos con un déficit, porque además no es sólo la industria minera la que tiene este requerimiento. Trasciende a todo tipo de actividad. Hay competencia. Y si antes era una desventaja para la minería tener que elegir entre trabajar en las condiciones del cerro o en un ambiente más grato, hoy la tecnología permite que se pueda trabajar desde la ciudad o en zonas con mayor confort o más cerca de la familia, y se puede contar con más profesionales que quieran integrarse a la minería.
– En cuanto a la adopción de nuevas tecnologías por parte de la minería en Chile, ¿estamos a la par de otros países?
Si vemos por área, en minería y en lo que es concentración de cobre, flotación e hidrometalurgia, estamos a la par, tenemos las tecnologías de última generación.
Donde nos quedamos atrás definitivamente es en las fundiciones. Este es otro de los problemas que tenemos, que se relaciona con la cartera de productos que sacamos desde nuestras operaciones mineras.
– En su opinión, ¿el país debiera invertir más en las fundiciones, cerrar las que no son competitivas, crear una fundición nueva?
Nos hemos dado vuelta discutiendo en torno a las fundiciones por décadas. Que vamos a construir una nueva fundición, que vamos a arreglar las fundiciones actuales para hacer que cumplan la normativa vigente de emisiones, y vamos de un lado para otro sin ser capaces de definir qué es lo que nos conviene hacer y establecer un roadmap que realmente se vaya cumpliendo.
Este atraso ha llevado a que tengamos las fundiciones en el “quinto cuartil”, siguen estando contra la espada y la pared en nivel de emisiones, y son muy ineficientes. Tenemos fundiciones demasiado caras, por lo que nos conviene más tratar nuestros concentrados afuera que en Chile, y eso no puede ser. Hoy son una pérdida para el país y además son cuestionadas por las comunidades.
– ¿Cuál debiera ser la solución?
Hay que balancear dos cosas: el aspecto de negocio y los riesgos. Si nos quedamos con el primero, hoy no construimos nada y cerramos todo. Sería así de simple, pero eso nos expone, hay riesgos. No es aconsejable quedar tratando prácticamente todos nuestros concentrados en un solo país. Además, en algunos de nuestros yacimientos tenemos concentrados que contienen algunos elementos no deseables, como el arsénico. Por lo tanto, debemos tener alguna capacidad de tratamiento en Chile.
En el mundo existen fundiciones que son eficientes y cumplen con normativas exigentes. Los chinos las tienen.
Hay que juntar a los expertos para que hagan el análisis con quienes conocen los mercados y saben hacia donde se mueven los requerimientos, para definir qué nivel de capacidad de fundición deberíamos tener y de qué manera hacerla rentable.
También hay que hacer foco en nuevas tecnologías que están apareciendo, como la del profesor Wilkomirsky, aunque está en una etapa de desarrollo que no permite pensar en una implementación en el corto plazo, pero se puede considerar para futuros requerimientos. Hay otras líneas de desarrollo, como la de hidrometalurgia, que combina además con la disminución de los minerales que se someten a procesos de lixiviación, extracción por solventes y electrowinning, lo que nos está dejando ahí con una capacidad disponible importante. Eso, que va a pasar a ser un pasivo, se podría convertir en un activo.
Inversiones y nueva capacidad productiva
– ¿Qué otros desafíos está enfrentando hoy o tiene por enfrentar la industria minera?
Uno que hay que ir abordando es la generación de nuevas capacidades productivas. Esto, porque muchos de nuestros yacimientos son antiguos, la calidad de sus materiales va disminuyendo, el contenido de los metales y elementos que interesa recuperar se va reduciendo. Eso implica que, en el caso del cobre, en que estamos con una producción de 5,8 millones de toneladas, si no hacemos nada, hacia 2031 probablemente vamos a llegar a unos 4 millones de toneladas con las capacidades existentes. Sería una pérdida importante, y el país necesita de los recursos.
Una de las fuentes principales de recursos es la producción de cobre y minera en general. Por lo tanto, debemos ser capaces de no perder y recuperar, y además tratar de mantener nuestra posición relativa como productor minero. Y eso implica desarrollar proyectos.
– ¿Qué se necesita para que esas inversiones se vayan materializando?
Para mantener el nivel de inversión privada, más lo que pueda aportar la minería estatal, que es más acotada, se requiere de seguridad para el inversionista. Lamentablemente, lo que hemos visto en la Convención Constituyente, es que existe un problema serio, que en la industria no hemos podido superar, de desconocimiento de lo que es la minería por parte de la mayoría de nuestros compatriotas. Desconocen la importancia de la minería, cómo se hace, cuál es su aporte y qué significa no contar con ella.
– A su juicio, ¿ese desconocimiento también incidió en la propuesta de royalty que se acaba de presentar?
Hay conciencia en que el royalty debe existir; respecto del monto se puede diferir. En la medida que aumenta ese royalty, nos hacemos menos competitivos frente a otros países. Entonces, hay que hacer un balance bien fino sobre cuánto más pueden aportar las empresas y bajo qué condiciones. Poner un impuesto a las ganancias, sobre todo por los ciclos por los que pasa la industria minera, es un elemento que no tiene cabida desde mi punto de vista.
Proyectos con falencias
Antes de finalizar la entrevista, Marcelo Villota hace una reflexión sobre la calidad de los proyectos mineros que se están ejecutando en Chile: “Si uno analiza los proyectos que se han realizado los últimos 10 a 15 años, han resultado no ser muy eficientes. En general, han tenido falencias importantes. Y esto cubre toda la gama de empresas. Algo nos pasó en el último tiempo, que no han alcanzado los rendimientos que se esperaba de ellos”.
Cuenta que le ha tocado revisar algunos proyectos y que ha visto algunas falencias básicas, que podrían haber sido aceptadas hace 30 ó 40 años, pero no ahora con la experiencia y lecciones aprendidas en todo este tiempo.
– ¿A qué falencias se refiere?
Lo primero tiene que ver con la caracterización de los materiales que se van a extraer y procesar. Se hacen los proyectos basados en determinados tipos de minerales, pero sin considerar su variabilidad, y cuando estos llegan, no es lo que se esperaba o los resultados no dan. Hay varios proyectos que tienen ese problema.
Segundo, se consideran diseños, tanto en equipamiento como en layout de las instalaciones, que no permiten alcanzar la confiabilidad de las operaciones. Las disponibilidades son más bajas, hay impacto en el nivel de tratamiento y recuperación o se obtienen concentrados de baja calidad, y finalmente se afecta la producción.
También hay aspectos de geotecnia, de geofísica, que no siempre están bien contemplados en los proyectos.
– ¿Qué es lo que está pasando a su juicio?
No sé si es la presión por tratar de hacer proyectos rápido o por contener los costos… Hoy los proyectos están mucho más en el límite, dada la situación de leyes más bajas de los minerales. Tal vez antes se usaban factores más generosos en cuanto a aceptar mayor variabilidad. Hoy, en cambio, se tratan de ajustar al máximo los requerimientos de inversión.
Pero los ítems de problemas se repiten y se conocen. Quizás hace falta mayor acuciosidad…Es un tema que hay que abordar, porque tenemos que seguir desarrollando proyectos. El país realmente necesita de los recursos de una minería gestionada eficientemente.