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Cuidemos lo construido

Pascal Veiga
por Pascual Veiga (originalmente publicado en Revista Minería Chilena N° 413, noviembre de 2015)

Una mirada retrospectiva de algo más de 25 años nos muestra una minería en Chile de faenas sustentadas en su propia infraestructura para cubrir la mantención y reparación de equipos y plantas, la administración de pulperías, el transportes de personal, las escuelas, los campamentos, plantas de generación y distribución de energía eléctrica y un sin número de otras actividades ajenas al foco y giro de explotar eficientemente los yacimientos.

Los años 90, década dorada de la minería, trajeron junto a una tremenda inversión y generación de nuevas operaciones en el ámbito público como principalmente en el privado un nuevo modelo y forma de hacer las cosas que permitieron la diversificación y crecimiento de la incipiente base instalada de proveedores de Bienes y Servicios. Así, desde esos años es que se fue construyendo un encadenamiento productivo a través de la creación de nuevas empresas proveedoras y el fortalecimiento de las ya establecidas lo que se ha materializado como un importante sector de la economía.

A esto debe aspirar la minería: hacer de nuestra actividad un círculo virtuoso tal que, junto con la producción de minerales, seamos capaces de continuar desarrollando la industria de proveedores local.

 

Este sector ejecuta actividades, servicios y suministros que mejoran la productividad, bajan los costos de operación, reducen incertezas y riesgos en actividades especializadas garantizando resultados al contratante. Por otra parte a la empresa externa que es contratada, por el alto grado de exigencia de los clientes mineros, le permite el desarrollo de actividades económicas que no solo hacen más cercana la minería al común de las personas sino que generan inversión, valor agregado en sus proceso, promueven la I+D, el desarrollo de nuevas tecnologías, métodos más eficientes en seguridad y mejores ambientes de trabajo, es decir, como resultado queda claro que las empresas externas especializadas y las mineras se complementan y se necesitan mutuamente.

Por otra parte, al analizar los beneficios a una empresa minera al contratar Servicios Especializados resaltan, entre otros: permitir la absorción de demandas temporales de MO, incorporar especialización en equipos y tecnologías, promover la competencia y mejora continua, facilitar el foco en el giro propio del contratante y minimizar riesgos al poder exigir costos garantizados.

A todo lo anterior se puede agregar que el haber desarrollado a proveedores especializados basados en Chile, se ha generado una industria exportadora de equipos, servicios, sistemas y soluciones que, aunque no tiene hoy el grado de desarrollo que debiera, si tiene el potencial en el largo plazo de ser un importante reemplazo de nuestras exportaciones cuando los recursos mineros se vayan extinguiendo.

A esto es a lo que la minería debe aspirar; hacer de nuestra actividad un círculo virtuoso tal que, junto con la producción de minerales seamos capaces de continuar desarrollando la industria de proveedores locales en sus conocimientos y capacidades en beneficio de Chile y su futuro.

Ojalá que, a la luz de todo lo expresado en estas líneas, prime la prudencia y la cordura en nuestros legisladores cuando se discuta en detalle el proyecto de Ley de Sub Contratación y no se destruya lo ya construido con gran esmero, esfuerzo y dedicación de tantos años.

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